Luces y sombras al descubierto

Hoy le echamos un vistazo a la economía española, pero no a través de los fríos números que nos sueltan los estudiosos. No. Nos vamos a meter en la piel de la gente de a pie, a sentir el pulso de la calle gracias a un invento curioso llamado Termómetro 5D (El PAÍS).

Un instrumento que no mide el PIB ni la inflación directamente. Lo que hace es preguntarle a más de 6.000 españoles qué tal ven el panorama en cinco áreas clave: el consumo, las ganas de invertir, la capacidad de guardar dinero (ahorro), cómo ven el trabajo (mercado laboral) y el tema que a todos nos quita el sueño: la vivienda.

Y el resultado general para la primavera de 2025 es un 46,1. ¿Qué significa eso? Pues que las expectativas son estables, pero ojo, ¡acercándose peligrosamente al umbral del pesimismo! No es que la cosa esté para tirar cohetes, pero tampoco para salir corriendo a esconder los colchones.

Lo interesante del Termómetro 5D es que nos permite comparar la película oficial (los datos macro) con la película que se está montando la gente en su cabeza. Y ahí es donde vemos las primeras luces y sombras. Los números nos dicen que la economía sigue creciendo, aunque más despacio que el año pasado. Pero el sentir de la gente ya refleja una mayor preocupación, y lo más llamativo es que esta inquietud no es igual para todos.

Por ejemplo, en el tema del consumo (índice en 48,6), vemos una estabilidad que coincide con el comportamiento un poco errático de la demanda interna últimamente. Pero, ¡sorpresa!, hay optimismo con productos básicos como el aceite de oliva (55,0) y el pescado fresco (52,4). Parece que los españoles empiezan a ver la luz al final del túnel de la inflación en estos alimentos esenciales. ¡Menos mal!

Pero si hablamos de vivienda, la cosa se pone seria. Un ¡30,1!, señores. Eso está al borde del “fuerte pesimismo”. Y es que la crisis de la vivienda sigue siendo el talón de Aquiles de la economía española. Acceder a un techo digno se ha convertido en un problema estructural que no entiende de ciclos económicos. Una sombra muy alargada.

Y el mercado laboral (42,5) tampoco es para echarse a dormir. Hay un “pesimismo moderado” que choca con las cifras oficiales de desempleo, que supuestamente están mejorando. Esto nos dice que, más allá de cuánta gente tiene empleo, lo que preocupa es la calidad y la estabilidad de esos puestos. ¿Precariedad disfrazada de estadística positiva? Podría ser. Otra sombra que no podemos ignorar.

Pero aquí viene una de las luces más interesantes: la disparidad entre generaciones. La Generación Z (los más jóvenes) muestra un optimismo moderado sobre el mercado laboral, mientras que los Baby Boomers (los más veteranos) son mucho más cautos. Esto nos dibuja una imagen de “dos Españas económicas”. Una más digitalizada, global y flexible (aunque quizás más precaria), y otra anclada en modelos tradicionales, sí, pero con más estabilidad. Una brecha generacional que podría ser el reflejo de un modelo productivo en plena transformación.

¿Y qué nos dice todo esto para el futuro? Pues el Termómetro 5D podría tener su aquel de Nostradamus. La estabilidad en consumo e inversión (47,1) sugiere que, a pesar de la incertidumbre global, la economía podría aguantar el tipo en los próximos meses. Pero las alarmas en vivienda y la tibieza en el empleo nos avisan de que los problemas de fondo siguen ahí, sin resolver.

En definitiva, este Termómetro 5D nos recuerda una verdad fundamental: que la salud de una economía no se mide solo con números fríos. Hay que sentir el latido de la calle, la percepción de la gente que vive el día a día. Y ese sentir nos muestra una España que sí, avanza, pero que todavía tiene muchas heridas por cicatrizar y muchos desequilibrios históricos por corregir. Luces y sombras, amigos. Esa es la radiografía actual de la economía española.

Ahora, si bien el Termómetro 5D ofrece una perspectiva novedosa al centrarse en la percepción ciudadana, es crucial analizar sus limitaciones y posibles sesgos para lograr una visión equilibrada de la economía española. La dependencia exclusiva de encuestas de opinión, aunque reveladora del sentir popular, podría no reflejar con precisión la complejidad de los indicadores macroeconómicos subyacentes.

Por ejemplo, el optimismo en productos básicos como el aceite de oliva y el pescado fresco podría deberse a factores puntuales y no necesariamente a una recuperación sostenida del poder adquisitivo general. De manera similar, el pesimismo en el mercado laboral, a pesar de las cifras de desempleo, podría estar influenciado por la incertidumbre y la percepción de precariedad, pero no necesariamente invalidar la creación neta de empleo.

La marcada disparidad generacional también plantea interrogantes. El optimismo de la Generación Z podría estar ligado a su menor exposición a los modelos laborales tradicionales y una mayor adaptación a la economía digital, pero no necesariamente traducirse en una estabilidad económica a largo plazo. La cautela de los Baby Boomers, por otro lado, podría estar anclada en experiencias pasadas y una visión más arraigada de la seguridad laboral, pero quizás subestime las nuevas oportunidades del mercado.

Es importante considerar que la metodología del Termómetro 5D, basada en una encuesta, está sujeta a sesgos inherentes a este tipo de estudios. Las respuestas pueden estar influenciadas por el estado de ánimo general, la cobertura mediática del momento o incluso por factores culturales y regionales. Además, la correlación entre las expectativas ciudadanas y la evolución real de la economía no siempre es directa ni inmediata.

Si bien la intención del Termómetro 5D de complementar los datos macroeconómicos con la “temperatura” de la calle es valiosa, no debe considerarse un sustituto de análisis económicos más profundos y basados en datos objetivos. La economía es un sistema complejo con múltiples variables interconectadas, y la percepción ciudadana es solo una pieza del rompecabezas.

Por lo tanto, para ofrecer una visión equilibrada de la economía española, es necesario contrastar los hallazgos del Termómetro 5D con otros indicadores económicos, análisis de expertos y tendencias globales. Si bien el sentir de la población es un factor importante a considerar, no debe ser el único determinante de la salud económica del país. Un escepticismo sano nos invita a explorar las causas subyacentes de estas percepciones y a no dar por sentado que reflejan la totalidad de la realidad económica española. Toda opinión, ya sea particular o colectiva, es falible.

 Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

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